El match perfecto: capacidad y actitud

Aquí viene la pregunta del millón (¡puede llegar a ser literal!): “¿Qué crees que define al mejor profesional?”. Puedes pensar que sus habilidades y conocimientos son esenciales porque, al fin y al cabo, se puede trabajar en el resto. Bien, por supuesto que se puede motivar a las personas, pero debemos tener en cuenta que no se pueden cambiar sus incentivos intrínsecos o sus deseos personales.

¡Ten en cuenta! Si bien algunos candidatos tienen todas las habilidades necesarias para realizar un rol en concreto, es posible que no estén dispuestos a realizarlo. De lo contrario, alguien puede no tener las habilidades todavía, pero disponer de una buena actitud que le permitirá aprender y desarrollar todo lo que necesite para el puesto.

Por lo tanto, al contratar a una persona para nuestro equipo, debemos evaluar estos dos factores para asegurarnos de que encajará bien.

Capacidad y actitud

Empecemos con el ajuste perfecto para la empresa: los A-players.

Son personas que no solo tienen un gran talento y skills, sino también la actitud adecuada.

En ese caso, supondrán un encaje perfecto con la cultura de la empresa, ya que traerán entusiasmo e impulsarán el nivel de energía dentro de ésta.

Por lo que si te encuentras con un A-player, asegúrate de atraerlo y contratarlo, brindándole un desafío profesional y un plan de desarrollo atractivo.

Capacidad sin actitud

Otras veces, nos encontramos con personas capaces de hacer grandes cosas, pero que no están dispuestas a hacerlas.

Estos perfiles traerán mala energía y ambiente a tu empresa.

Así que ten cuidado, no tomes tu decisión basándose solo en las habilidades y presta atención a tu instinto, ya que lo más probable es que algo te haga sentir que no debes confiar en este perfil.

Actitud sin capacidad

En otros casos, sin embargo, tendrás que enfrentarte a decisiones difíciles, cuando se trata de personas que aún no son A-players, pero que tienen el potencial para llegar a serlo.

Este es el tipo de perfil que no tiene las habilidades necesarias para el puesto, pero tiene una actitud adecuada y sería ideal para tu empresa.

En estos casos, puede ser útil preguntarse: «¿Cuántos recursos (formación, tiempo, dinero, etc.) puedo invertir en esta persona? ¿Qué tan rápido necesito que esta persona obtenga buenos resultados?»

En ocasiones, será bueno y rentable contratarlos pensando en el mediano plazo (y no a corto plazo), brindándoles la formación adecuada para que todo su potencial se pueda desarrollar y brillar rápidamente.

Ni actitud ni capacidad

Y finalmente, te toparás con perfiles que no encajarán en absoluto con tu proyecto.

Con suerte, identificarás fácilmente que no tienen ni las habilidades ni la actitud requeridas, por lo que no los contratarás.

De lo contrario, tan pronto como notes el desajuste, asegúrate de desprenderte de ellos lo más rápido posible. No queremos que el resto del equipo se vea afectado (tanto en motivación como resultados) a causa de personas que carecen de una buena actitud.

Por último, recordemos que las personas solo estarán verdaderamente motivadas para hacer cosas que realmente disfrutan. Por eso, es fundamental conectar el talento con el contexto, ya que una persona con gran talento no brillará en la posición incorrecta.

Por lo tanto, es importante asignar el talento donde se sienta motivado y correspondido.

En conclusión, combinar actitud y capacidad es la clave del éxito. Por lo tanto, puedes guiarte buscando las habilidades, pero lo más importante es la actitud, el potencial y el ajuste cultural correctos.

Eso te permitirá trabajar con grandes profesionales que estén motivados y que lleven a la misión de la empresa por el buen camino.


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